«No me gusta la pluma», «soy lesbiana pero soy femenina» o «yo soy más trans que tú porque (…)». Estas son algunas de las frases fulminantes que seguro habrás escuchado o leído más de una vez dentro y fuera de la comunidad LGTBI. Hasta puede que tú mismo, siendo gay, lesbiana, trans, bisexual o intersexual, hayas hecho uso de alguna de ellas en algún momento. Si no es así, significa que has tomado conciencia de tu condición sexual y de todo lo que ello conlleva. Sin embargo, lo habitual es enfrentarnos a situaciones totalmente contrarias. La LGTBIfobia interiorizada aún está muy presente en nuestra sociedad y para superarla, primero debemos conocer cómo y en qué momento se origina.
¿Qué es la LGTBIfobia interiorizada?
La LGTBIfobia es el odio, rechazo o miedo hacia las personas homosexuales, lesbianas, trans, bisexuales o intersexuales y puede expresarse de dos formas:
- LGTBIfobia manifiesta. Esto es cuando la LGTBIfobia es muy evidente y la detectamos mediante violencias verbales o físicas.
- LGTBIfobia sutil. Hace referencia a un nivel menos visible y más inconsciente, lo cual hace que pueda estar normalizada en la sociedad y sea más difícil de erradicar si no detectamos ciertos patrones de conducta.
En la LGTBIfobia sutil es donde realmente entra en juego la homofobia o lesbofobia interiorizada. Viene a ser el rechazo o la no aceptación de la condición sexual propia y es un comportamiento que florece en nuestra infancia. Justo ahí es donde recibimos los primeros mensajes y muchos de ellos están llenos de prejuicios y estereotipos. Desafortunadamente, esos aprendizajes derivan en creencias erróneas marcadas por un entorno heteronormativo y patriarcal y en mitos sobre nuestra identidad. A su vez, esta situación puede acarrear una baja autoestima y emociones negativas a lo largo de nuestra vida.
Carmen de Monteflores, autora, poeta y dramaturga, en uno de sus ensayos sobre identidad de género y sexualidad, plantea cuatro etapas contra la LGTBIfobia:
- Asimilación: Al tener asentado el lenguaje, comportamiento y actitud del grupo dominante heterosexual pueden aparecer sentimientos de culpa, rechazo, traición o rabia al no tener la aprobación de los demás, incluyendo a las personas más cercanas.
- Confrontación: Es la etapa donde “salimos del armario”. Así, nos enfrentamos y oponemos a los estereotipos negativos y transformamos el supuesto “déficit” en fortaleza. La autoafirmación será la verdadera bandera del colectivo e implicará un reconocimiento público de la nueva identidad.
- Getto-ización: Esto supone vivir gran parte de la vida en una subcultura geográfica y psicológica. Es más usual en ciudades con grandes comunidades LGTBI+ y consiste en socializar exclusivamente con hombre gais, mujeres lesbianas, personas trans o bisexuales leyendo literatura LGTBI o consumiendo cualquier otro tipo de cultura u ocio relacionado con su misma condición sexual. En esta etapa, se siente la necesidad de rodearse de iguales.
- Especialización: Es el punto en el que una persona LGTBI se ve a sí misma con cualidades únicas y utiliza esta concepción como racionalización defensiva. Pasado un tiempo, esa sensación se transforma más a un pensamiento de igualdad.
Superar la LGTBIfobia puede ser un proceso largo
Llegar a este psicoanálisis por sí mismo no es fácil. Superar la LGTBIfobia puede ser un proceso que puede durar años. En muchos casos es necesario y recomendable hacer terapia para poder llegar, al menos, al punto de la conciencia de la situación. Por otra parte, para deshacernos de estereotipos y concepciones erróneas que fomentan estas actitudes es fundamental promover más los referentes LGTBI+. Otros expertos apuntan a la necesidad de abolir la heteronormatividad o, al menos, trasladarla a un segundo plano.
Eliminar la LGTBIfobia es obligación de TODAS las personas, DENUNCIA.
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