El colectivo no solo ha tenido que experimentar el aislamiento, sino que en muchos casos ha tenido que lidiar con una obligada vuelta al armario.
Jóvenes que se han visto obligados a compartir espacio con familiares intolerantes. Compañeros de piso que han tenido que permanecer a la fuerza en ambientes hostiles a su naturaleza. Parejas LGTB+ que no han soportado la presión del encierro y la convivencia. El “doble confinamiento” ha provocado un verdadero retroceso en las vidas de centenares de personas, forzadas a quedarse en casa con sus potenciales acosadores.
«En su modelo de sociedad no quepo yo, en el mío si cabe usted»
Pedro Zerolo
Cuando el acoso se vuelve virtual
A esto hay que sumar un tipo de violencia que ha tenido especial protagonismo durante el confinamiento: la ejercida a través de redes sociales. Este es, además, un tipo de práctica LGTBfóbica que no ha dejado de crecer en los últimos años en Andalucía. Un dato que confirma nuestro último «Informe del estado de la LGTBfobia»: los incidentes en redes se han incrementado en 20 puntos el último año, alcanzando el 29%.
Apps como Instagram o Twitter, aunque son centros de entretenimiento e información, también se han transformado en lugares de acoso y persecución al diferente. Algo que se hace más evidente cuando en redes se habla de temas que desagradan a la ultraderecha, representada por partidos antidemocráticos como VOX. El anonimato que proporcionan las redes es utilizado con frecuencia para acosar y humillar a la población LGTB+.
La situación de la LGTBfobia en Andalucía
A través de los cauces del Observatorio se han registrado 349 incidencias relacionadas con la LGTBfobia para el periodo 2019-2020. Las vías de recogida de los datos incluyen las redes sociales, las llamadas telefónicas, los correos electrónicos y las denuncias presenciales. Este dato supone un aumento del 6,4% (21 casos) en comparación con el periodo anterior, lo que confirma el repunte de agresiones que venimos denunciando.
Estos casos no son solo números y estadísticas: son agresiones a personas reales por el exclusivo motivo de su orientación o identidad sexual. Vidas humanas que son insultadas, agredidas y violentadas, como estas ocurridas durante los últimos meses:
- Una pareja gay de Granada agredida por 3 jóvenes (uno de ellos menor de edad) en diciembre de 2019.
- Una pareja gay francesa agredida por cuatro jóvenes en Torremolinos (Málaga) en enero de 2020.
- Un joven LGTB+ agredido verbalmente por el camarero y el dueño de un local en Adra (Almería) por llevas las uñas pintadas en junio.
- Un joven LGTB+ de Málaga, agredido brutalmente por cuatro personas en la noche de San Juan.
La infradenuncia
Es importante destacar, además, que estas denuncias ante el Observatorio no siempre se materializan en denuncias jurídicas. El porcentaje de personas que no llevan a término judicial su agresión (“infradenuncia”) sigue siendo muy alto.
Otro tema relevante a tener en cuenta es que la violencia no siempre actúa de forma visible o fácilmente identificable. Muchas agresiones no son denunciadas porque se consideran sutiles o poco importantes. O porque se tiene miedo a las represalias, que es lo ocurre con muchas de las agresiones a menores LGTB+ en colegios e institutos. Algunas agresiones no son denunciadas por temor al rechazo familiar y a la exclusión social. Otras porque el incidente se produce dentro del seno familiar o de la pareja, ámbitos de extrema privacidad.
Afortunadamente, cada vez hay una voluntad política mayor de combatir el odio. Cada vez contamos con más instrumentos –como el propio Observatorio Andaluz contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia– para analizar y concienciar sobre un problema tan crucial.
Lo que debemos hacer es no menospreciar nunca la importancia de las agresiones y los mensajes de odio y tratar de denunciar siempre. La violencia, el acoso y la LGTBfobia no deben quedar impunes.
Eliminar la LGTBIfobia es obligación de TODAS las personas, DENUNCIA.
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